jueves, 16 de agosto de 2012

Romance del enamorado y la muerte (Anónimo).

Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mia,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenia.
Vi entrar señora muy blanca,
muy más que la nieve fría:
-¿por dónde has entrado. amor?
¿cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante,
soy la Muerte. Dios me envía.
-¡Ay, Muerte tan rigurosa
dpejame vivir un día.
-Un díaa no puede ser
una hora tienes de vida.


Muy de prisa se calzaba
mpas de prisa se vestía
ya se va para la calle
en donde su amor vivía.

-Ábreme la puerta, blanca,
abreme la puerta, niña.
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue a palacio
mi madre no está dormida.
-Si no me abres esta noche
ya no me abrirás querida.
La muerte me anda buscando
junto a ti vida sería.
-Vete bajo mi ventana
donde labraba y cosía.
Te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el hilo no alcanzare
mis trenzas añadiría.

Se rompió el cordón de seda,
la muerte que allí venía.
-Vamos, el enamorado,
que la hora ya es cumplida.
Anónimo. S. XVI

Proverbios y cantares, Parábola - selección (Antonio Machado).

XVI
El hombre es por natura la bestia paradójica,
un animal absurdo que necesita lógica.
Creó de nada un mundo y, su obra terminada,
«Ya estoy en el secreto -se dijo-, todo es nada.»


XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.


Parábola

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!



Antonio Machado.

Fausto - Parte II (Estanislao del Campo).

-Como a eso de la oración
Aura cuatro o cinco noches,
Vide una fila de coches
Contra el tiatro de Colón.

La gente en el corredor,
como hacienda amontonada,
Pujaba desesperada
Por llegar al mostrador.

Allí a juerza de sudar,
Y a punta de hombro y de codo,
Hice, amigaso, de modo
Que al fin me pude arrimar.
Cuando compré mi dentrada
Y di güelta... ¡Cristo mío!
Estaba pior el gentío
Que una mar alborotada.

Era a causa de una vieja
Que le había dao el mal...
-Y si es chico ese corral,
¿ A qué encierran tanta oveja?
-Ahí verá: -por fin, cuñao,
A juerza de arrempujón,
Salí como mancarrón
Que lo sueltan trasijao.

Mis botas nuevas quedaron
Lo propio que picadillo,
Y el fleco del calzoncillo
Hilo a hilo me sacaron.

Y para colmo, cuñao
De toda esta desventura,
El puñal, de la cintura,
Me lo habían refalao.

-Algún gringo como luz
Para la uña, ha de haber sido.
-¡Y no haberlo yo sentido!
En fin, ya le hice la cruz.

Medio cansao y tristón
Por la pérdida, dentré
Y una escalera trepé
Con ciento y un escalón.

Llegué a un alto finalmente,
Ande va la paisanada,
Que era la última camada
En la estiba de la gente.

Ni bien me había sentao,
Rompió de golpe la banda,
Que detrás de una baranda
La habían acomodao.

Y ya tamién se corrió
Un lienzo grande, de modo
Que a dentrar con flete y todo
Me aventa, creameló.

Atrás de aquel cortinao
Un Dotor apareció,
Que asigún oí decir yo,
Era un tal Fausto mentao.

-¿Dotor dice? Coronel
De la otra banda, amigaso;
Lo conozco a ese criollaso
Porque he servido con él.

-Yo tamién lo conocí
Pero el pobre ya murió.
¡Bastantes veces montó
Un zaino que yo le di!

Dejeló al que está en el cielo
Que es otro Fausto el que digo,
Pues bien puede haber, amigo,
Dos burros del mesmo pelo.

-No he visto gaucho más quiebra,
Para retrucar ¡ahijuna!...
Dejemé hacer, Don Laguna,
Dos gárgaras de giñebra.

Pues como le iba diciendo,
El Dotor apareció,
Y en público se quejó
De que andaba padeciendo.

Dijo que nada podía
Con la cencia que estudió,
Que él a una rubia quería,
Pero que a él la rubia no.

Que al ñudo la pastoriaba
Dende el nacer de la aurora,
Pues de noche y a toda hora
Siempre tras de ella lloraba.
Que de mañana a ordeñar
Salía muy currutaca,
Que él le maniaba la vaca,
Pero pare de contar.

Que cansado de sufrir,
Y cansado de llorar,
Al fin se iba a envenenar
Porque eso no era vivir.

El hombre allí renegó,
Tiró contra el suelo el gorro,
Y, por fin, en su socorro
Al mesmo Diablo llamó.

¡Nunca lo hubiera llamao!
¡Viera sustaso, por Cristo!
¡Ahí mesmo jediendo a misto,
Se apareció el condenao

Hace bien: persinesé
Que lo mesmito hice yo.
-¿Y cómo no disparó?
-Yo mesmo no sé porqué.

¡Viera al Diablo! Uñas de gato,
Flacón, un sable largote,
Gorro con pluma, capote
Y una barba de chivato.

Medias hasta la berija,
Con cada ojo como un charco,
Y cada ceja era un arco
Para correr la sortija.

"Aquí estoy a su mandao,
Cuente con un servidor",
Le dijo el Diablo al Dotor,
Que estaba medio asonsao.

"Mi Dotor, no se me asuste
Que yo lo vengo a servir.
Pida lo que ha de pedir
Y ordenemé lo que guste".

El Dotor, medio asustao,
Le contestó que se juese...
-Hizo bien: ¿ no le parece?
-Dejuramente, cuñao.

Pero el Diablo comenzó
A alegar gastos de viaje
Y a medio darle coraje
Hasta que lo engatusó.

-¿No era un Dotor muy projundo?
¿Cómo se dejó engañar?
-Mandinga es capaz de dar
Diez güetas a medio mundo.

El Diablo volvió a decir:
"Mi dotor, no se me asuste,
Ordenemé en lo que guste,
Pida lo que ha de pedir.

Si quiere plata, tendrá:
Mi bolsa siempre está llena,
Y más rico que Anchorena,
Con decir quiero, será.

No es por la plata que lloro,
Don Fausto le contestó:
Otra cosa quiero yo
Mil veces mejor que el oro.

"Yo todo lo puedo dar,
Retrucó el Ray del Infierno,
Diga: -¿quiere ser Gobierno?
Pues no tiene más que hablar".

-No quiero plata ni mando,
Dijo Don Fausto, yo quiero
El corazón todo entero
De quien me tiene penando.

No bien esto el Diablo oyó,
Soltó una risa tan fiera,
Que toda la noche entera
En mis orejas sonó.

Dio en el suelo una patada,
Una paré se partió,
Y el Dotor, fulo, miró
A su prenda idolatrada.

-¡Canejo!... ¿será verdá?
¿Sabe que se me hace cuento?
-No crea que yo le miento:
Lo ha visto media ciudá.

¡Ah, Don Laguna! ¡si viera
Qué rubia!... Creameló:
Creí que estaba viendo yo
Alguna virgen de cera.

Vestido azul, medio alzao,
Se apareció la muchacha:
Pelo de oro, como hilacha
De choclo recién cortao.

Blanca como una cuajada,
Y celeste la pollera,
Don Laguna, si aquello era
Mirar a la Inmaculada.

Era cada ojo un lucero,
Sus dientes, perlas del mar,
Y un clavel al reventar
Era su boca, aparcero.

Ya enderezó como loco
El Dotor cuando la vió,
Pero el Diablo lo atajó
Diciendolé: -"Poco a poco:

Si quiere, hagamos un pato;
Usté su alma me ha de dar
Y en todo lo he de ayudar.
¿Le parece bien el trato?"

Como el Dotor consintió,
El Diablo sacó un papel
Y lo hizo firmar en él
Cuanto la gana le dió.

-¡Dotor, y hacer ese trato!
-¿Qué quiere hacerle, cuñao
Si se topó ese abogao
Con la horma de su zapato?

Ha de saber que el Dotor
Era dentrao en edá,
Asma es que estaba ya
Bichoco para el amor.

Por eso, al dir a entregar
La contrata consabida,
Dijo:-"¿Habrá alguna bebida
Que me pueda remozar?"

Yo no sé qué brujería,
Misto, mágica o polvito
Le echó el Diablo y... ¡ Dios bendito!
¡Quién demonios lo creería!

Por eso, al dir a entregar
La contrata consabida,
Dijo:-"¿Habrá alguna bebida
Que me pueda remozar?"

Yo no sé qué brujería,
Misto, mágica o polvito
Le echó el Diablo y... ¡ Dios bendito!
¡Quién demonios lo creería!

-¿Qué dice?... ¡barbaridá!...
¡Cristo padre!... ¿Será cierto?
-Mire: que me caiga muerto
Si no es la pura verdá.

El Diablo entonces mandó
A la rubia que se juese
Y que la paré se uniese,
Y la cortina cayó.

A juerza de tanto hablar
Se me ha secao el garguero:
Pase el frasco, compañero.
-¡Pues no se lo he de pasar!

Estanislao del Campo

Soy (Jorge Luis Borges).

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

 
Jorge Luis Borges.

El grillo (Conrado Nalé Roxlo).

Música porque sí, música vana,
Como la vana música del grillo,
Mi corazón eglógico y sencillo
Se ha despertado grillo esta mañana.

¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
Veo todo a lo grillo esta mañana?

¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta: en un platillo
De vibrante cristal de a dos desgrana

Gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo
Es a quien tiene el corazón de grillo
Interpretar la vida esta mañana!

Conrado Nalé Roxlo.

El alma del payador - Santos Vega (Rafael Obligado).

EL ALMA DEL PAYADOR


Cuando la tarde se inclina
sollozando al occidente,
corre una sombra doliente
sobre la pampa argentina.
Y cuando el sol ilumina
con luz brillante y serena
del ancho campo la escena,
la melancólica sombra
huye besando su alfombra
con el afán de la pena.
Cuentan los criollos del suelo
que, en tibia noche de luna,
en solitaria laguna
para la sombra su vuelo;
que allí se ensancha, y un velo
va sobre el agua formando,
mientras se goza escuchando
por singular beneficio,
el incesante bullicio
que hacen las olas rodando.

Dicen que, en noche nublada,
si su guitarra algún mozo
en el crucero del pozo
deja de intento colgada,
llega la sombra callada
y, al envolverla en su manto,
suena el preludio de un canto
entre las cuerdas dormidas,
cuerdas que vibran heridas
como por gotas de llanto.

Cuentan que, en noche de aquéllas
en que la Pampa se abisma
en la extensión de sí misma
sin su corona de estrellas,
sobre las lomas más bellas,
donde hay más trébol risueño,
luce una antorcha sin dueño
entre una niebla indecisa,
para que temple la brisa
las blandas alas del sueño.

Mas, si trocado el desmayo
en tempestad de su seno;
estalla el cóncavo trueno,
que es la palabra del rayo,
hiere al ombú de soslayo
rojiza sierpe de llamas,
que, calcinando sus ramas,
serpea, corre y asciende,
y en la alta copa desprende
brillante lluvia de escamas.

Cuando, en las siestas de estío,
las brillazones remedan
vastos oleajes que ruedan
sobre fantástico río,
mudo, abismado y sombrío,
baja un jinete la falda
tinta de bella esmeralda,
llega a las márgenes solas...
¡y hunde su potro en las olas,
con la guitarra a la espalda!

Si entonces cruza a lo lejos,
galopando sobre el llano
solitario, algún paisano,
viendo al otro en los reflejos
de aquel abismo de espejos,
siente indecibles quebrantos,
y, alzando en vez de sus cantos
una oración de ternura,
al persignarse murmura:
"-¡El alma del viejo Santos!"

Yo, que en la tierra he nacido
donde ese genio ha cantado,
y el pampero he respirado
que a payador ha nutrido,
beso este suelo querido
que a mis caricias se entrega,
mientras de orgullo me anega
la convicción de que es mía
¡la patria de Echeverría,
la tierra de Santos Vega!

Rafael Obligado.

Llegó con tres heridas (Miguel Hernández).

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.


Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Miguel Hernández.

Sorpresa (Federico García Lorca).


Muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho.
No lo conocía nadie.


¡Cómo temblaba el farol!
Madre.
¡Cómo temblaba el farolito
de la calle!


Era madrugada. Nadie
pudo asomarse a sus ojos
abiertos al duro aire.


Que muerto se quedó en la calle
que con un puñal en el pecho
y que no lo conocía nadie.

  Federico García Lorca.

Adivinanza de la guitarra (Federico García Lorca).

En la redonda
encrucijada,
seis doncellas
bailan.
Tres de carne
y tres de plata.
Los eсos de ayer las buscan
pero las tiene abrazadas
un Polifemo de oro.
¡La guitarra!

Federico García Lorca

La guitarra (Federico García Lorca).

Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas de la madrugada.
Empieza el llanto de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
!Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

Federico García Lorca

Ajedrez (Jorge Luis Borges).

I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
 

Jorge Luis Borges.

Noche - de La ciudad sin Laura (Francisco Luis Bernárdez)

Dulce tarea es contemplarte, noche que me has
acompañado sin descanso.
Dulce tarea es contemplarte desde la tierra
con los ojos desvelados.
¡Por qué razón me da tristeza la muchedumbre
silenciosa de tus astros?
¿Cuán es la causa de mi angustia cuando me pierdo
entre tus mundos solitarios?
A la deriva por el cielo, son como buques
hace tiempo abandonados.
Van empujados por un viento desconocido
hacia países ignorados.
Hasta el fulgor meditabundo que los anima
es un fulgor desamparado.
Desde la tierra dolorosa presiento a veces
su clamor deseperado.
¿Serán como éste aquellos mundos, noche serena
que me llevas de la mano?
Al hombre triste le parecen que son felices,
porque siempre están lejanos.

Dulce tarea es contemplarte, noche que me has
acompañado desde niño.
¡Con qué impaciencia te esperaban aquellos ojos
en la plaza de Retiro!
Mi corazón de pocos años era pequeño,
pero estaba pensativo.
Aunque la sangre no se viera, posiblemente
ya estuviera un poco herido.
Mis compañeros se marchaban cuando agrandabas
el lucero vespertino.
Cuando los otros se alejaban yo me quedaba
para verte sin testigos.
Me impresionaba tu silencio; tu poderosa
inmensidad me daba frío.
Y sin embargo ya te amaba con una mezcla
de temor y de cariño.
Acaso el alma presintiera que su dolor y tu dolor
no eran distintos.
¿Ya no te acuerdas de mis ojos, de aquellos ojos
empañados sin motivo?

Dulce tarea es contemplarte, noche que me has
acompañado desde siempre.
Cuando las penas me agobiaban, tú me tenías
compasión y eras más leve.
Con tus estrellas numerosas ibas contando
mis heridas indelebles.
Algunas veces alcanzaban, pero eran pocas
tus estrellas otras veces.
Yo te bebía con los ojos como la tierra bebe
el agua cuando llueve.
Tenía sed de que me hablaras y me dijeras
el secreto de la muerte.
Tú sabes bien por qué se vive, tú sabes bien
por qué se goza y se padece.
Pero callabas y callabas, siempre encerrada
en tu silencio indiferente.
No sé por qué me aprisionabas entre oscurísimas
y altísimas paredes.
En La Calera y en tu sombra la voz del río
murmuraba dulcemente.

Dulce tarea es contemplarte, noche que me has
acompañado en este mundo.
Lo que esperé toda mi vida vino contigo para
siempre en un minuto.
Córdoba entera se apagaba con las campanas
temblorosas del crepúsculo.
Mi vida tiene desde entonces el corazón de una
mujer como refugio.
En esta lucha despiadada con el espacio y con el
tiempo estoy seguro.
Ya no me duele haber nacido y estar muriendo
bajo el cielo taciturno.
Porque el amor omnipotente le da sentido
verdadero a lo que sufro.
Dios no se olvida de los hombres, aunque parezca
muchas veces ciego y mudo.
Eras oscura como siempre, noche que viste
el nacimiento de mi júbilo.
Eras oscura como siempre, pero mi amor te iluminó
como ninguno.

Dulce tarea es contemplarte, noche que ahora como
ayer estás conmigo.
Y mucho más desde que siento que en otro ser
he descubierto mi destino.
Un regocijo sin fronteras al obstinado sufrimiento
ha sucedido.
¿Cómo no estar lleno de gozo cuando se sabe
la razón de haber nacido?
Por primera vez en este mundo sé que se puede
ver la dicha y estar vivo.
Dios ha querido libertarme, Dios ha querido
rescatarme del olvido.
Dime que sientes lo que siento, noche que vas
eternamente al lado mío.
Dime que sabes y comprendes lo que decimos
los que amamos y sufrimos.
Dime que ves, dime que escuchas a las mujeres,
a los hombres y a los niños.
Y luego cántame tus cantos hasta dejarme
poco a poco adormecido.

Francisco Luis Bernárdez

Génesis de un poema de amor (Carlos Levy).

Escribo tu nombre
y tengo el comienzo del poema
Le agrego tal vez la palabra aire
entonces digo
«tu nombre y el aire»
Pero acaso puede haber
un poema con tu nombre
donde no navegue un barco?
Es claro, lo que quiero decir es que,
«tu nombre navega
en el aire como un barco».
Sin embargo 
hay que aceptar
que los barcos del crepúsculo son tristes,
y que el poema
ya no es el que fuera.
Leo:
«tu nombre navega como un barco
triste en el crepúsculo».
Y me niego
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo».
Reflexiono. Demasiado breve.
Afuera el otoño crece en el amarillo de la melancolía.
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo
aunque el otoño te empuje
con el viento de las melancolías».
Pero, caramba, se me ha filtrado la palabra viento, 
y, el viento es un pájaro de aire, ay.
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo
aunque el otoño te empuje
con el viento de las melancolías
te prefiero volando como un pájaro de aire».
Además, hay algo más; 
debo confesarte que te imagino,
girando,
en un sistema de risas, por eso,
«No quiero que tu nombre
navegue como un barco
triste en el crepúsculo
aunque el otoño te empuje
con el viento de las melancolías.
Te prefiero volado
como un pájaro de aire,
te prefiero girando
como un sistema de risas,
volando, 
             girando,
                         volando».
Ya ves,
no escribí tu nombre, todavía,
y ya tengo
el comienzo del poema…

*
Carlos Levy

Oración un 31 de diciembre (Carlos Levy).

Oh Dios de los ateos
de los locos y los suicidas,
de los marineros sin mar
y de los que se navegan por dentro,
vos que no hiciste ni el cielo ni la tierra
ni el sol
ni el bien
ni el mal
que estás en el viento y en la lluvia
y alterás tu ruta ante los templos;

Dios silente que fundaste la palabra soledad
y nos diste los puntos cardinales

Dios Señor de los manicomios
de los mapas húmedos y olvidados
en la oscura dimensión de las postales;
Dios de Artaud y Dios de Whitman
de Erdosain y de Fijman
del Lucio que tenía cada vez más fantasmas
y de aquella,
Marylin que se murió de estar tan sola.


A esta hora de la tristeza
Dios que estás en nosotros
no nos olvides ahora.

Hoy 31 de diciembre de este siglo pavoroso
danos a nosotros un poco menos de cordura
quítanos los límites humanos
y desata las cuerdas de nuestros cuerpos
no nos dejes caer en la tentación del letargo
no nos prives del viento, tu palabra
no nos abandones mientras estemos vivos
que el día de nuestra muerte
prometemos olvidarte


                                  Amén

La doce (Marcos Silber).

Hay sequía loco. Va para largo que no cae una gota de merca.
El Monje está guardado, y no alcanza el fervor maternal de la Rusa María,
La braguetera del callejón no alcanza.
Ni alcanza el fueguito que Juan "Mechita” sostiene como llama votiva.
Entonces nos juntamos -vea- a gritar cantar entre todos.
Decimos queremos hacer el odio no el amor y decimos
Con los derechos de la misiadura y decimos
El que no canta grita que se borre y decimos
El que se borra es hijo de la yuta.
Hay sequía loco. Va para mucho que no cae una gota de merca.
Aunque el Nene Manguera anuncia: hoy vienen.
Viene el Alemán barbudo, se llama Carlos y la tiene clara;
Te la dice posta cómo te tragan los de arriba.
Chamuya fino pero se entiende.
Y también viene Vladimiro, el bocha que no deja de chillar
todo el poder a la doce’. Y anuncia Manguera: algo traen, no sé.
Son de peligro dice la taquería. Deben traer de la buena.
Sería grande que no tarden.
Aquí hay bronca y soledad y frío y oscuridad hay aquí.
Se supo, fue el cuervo Marito
Quien se volteó a la sorda del kiosco.
Y Manguera dice que Vladimiro dice que Carlos dice:
"los de abajo no deberían lastimarse entre sí”.
Hay sequía loco. Va para demasiado que no cae una gota de merca.
Entonces nos juntarnos -vea- para gritar cantar
‘Queremos hacer el odio no el amor’ y decimos:
Con los derechos de a misiadura y decimos:
Así que vengan los pesados del verso
Los grandotes de la palabra que vengan.
Que venga el Portugués Fernando con sus múltiples sombras;
Que venga el Ciego Mayor Señor de los Laberintos,
Aquí los espera el arca con las cenizas de Alejandría.
Que venga el cabrón Perse con sus “poemas hechos de nada”;
Y el tano Salvatore que venga, el Quasimodo, porque
anochece y estamos solos sobre el corazón de la tierra”;
y que venga Federico, el espléndido marica,
en la calle ésta de los cuchillitos estaremos a las cinco en punto de la tarde.
Que venga el Capitán de Chile con sus mineros que venga
Don sus versos más tristes y el azul de metileno.
Y el Cholo César que venga, que se traiga su jueves,
El puto jueves, la puta muerte, el aguacero.
Hay sequía loco. Va para eternidad que no cae una gota de merca.
¿Qué pasa? ¿Se murieron los dilers? ¿Todos se murieron?
¿Qué dice la gilada? ¿La tele qué dice?
¿Dice algo de nosotros, algo dice? ¿Por qué no vienen?
Arrugan, eh! ¿Tienen miedo? ¿No quieren mostrarnos la jeta?
¿Malos somos? ¿Somos feos?
Monstruos, esos somos; forajidos y oscuros y perdedores y reos somos; eso.
¿Qué pasa hoy, no servimos? ¿No vendemos?
¿No hicimos ningún barullo grande, no nos fumamos todo, no tapamos el cielo?
¿No somos noticia hoy? ¿Ningún chico se regaló para fiambre?
Vengan turros y díganle a la gilada que aquí es siempre noche, sólo noche, y que te devora las tripas la víbora de fuego;
y que el silencio, esa rata de la oscuridad
se pone arriba del día, y digan que te pudre, que mata, revienta. Vengan turros y vean la tiniebla, que vive aquí,
Que no se corre, que se queda.
Hay sequía loco. Va para olvido que no cae una gota de merca.
No queda otra entonces que juntarnos a cantar gritar
"queremos hacer el odio no el amor"
y decimos: pesa el bajón, loco, pesa.
Va para el reloj de todo el tiempo y no da para más la sequía. No.
Así que vengan los pesados del verso los grandotes de la palabra que vengan,
que vengan a levantarla aquí. Aquí donde vamos a regarla
con alcoholes de zozobra y blancas de soledad vamos a regarla;
con los gritos nuestros los cantos de nosotros
disparados desde las tripas nuestras de nosotros;
que vengan los pesados los grandotes que vengan
los Papás de la espléndida palabra
que vengan hasta/para el corazón la cabeza
de nuestro fugitivo chiflado mísero día.
De cada día.
Aquí.

Marcos Silber

También lo encontré como prosa. Lo prefiero como poema.

1964 (Jorge Luis Borges).

Ya no es mágico el mundo.Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines.
Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor.Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde, repites vanamente
sino lo que no tiene ni ha tenido nunca,
pero no basta ser valiente para aprender
el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

Ya no seré feliz, tal vez no importa,
hay tantas otras cosas en el mundo,
un instante cualquiera es mas profundo y diverso que el mar.
La vida es corta y aunque las horas son largas,
una oscura maravilla nos aceha:la muerte,
ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del
sol, de la luna y del amor.
La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada,
lo que era todo tiene que ser nada.
Solo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina hacia el
sur, a cierta puerta, a cierta esquina.-

Jorge Luis Borges

Duda (Casanovas).

Si voy a ti
con la lanza quebrada
el yelmo levantado
y el escudo desecho

si voy a ti
con un sartal de poemas
las imágenes rotas
y una rima defectuosa

si voy a ti
borracho de mis penas
lloviéndome miserias
cubierto de rocío

si voy a ti
armado de neutrones
con dos memorias libres
mientras programo el tiempo.

Dime cómo seré recibido.

(Casanovas)

Poeta cubano, Casanovas, no pude encontrar más datos, me lo enviaron por email, no creo que sea Martí Casanovas.

Génesis (Carlos Levy).

Y dijo la soledad
hágase la tristeza
y la tristeza se hizo;
háganse los recuerdos y los vientos de agosto
y fue poblada la ciudad de adioses;
háganse los límites y las puertas
y las cerraduras de las puertas
y las camas se hicieron y los íntimos hoteles
y las llaves numeradas;
dijo hágase la lluvia
y la humedad se hizo
y dibujó la humedad en las paredes,
caminos insondables;
háganse los puertos y los andenes, dijo
y la distancia se hizo
y no dio la soledad remedio a la distancia;
dijo
serán los jueves mis días
y le abrió a los jueves llagas en el crepúsculo
y viendo que los jueves no alcanzaban
fueron los días consecutivos iguales a los jueves;
y dijo después
háganse los lugares donde se nombrarán
y las esquinas hizo y los bares,
los cafés con apuro y los corrillos
y la rosa del alba hizo;
y viendo la soledad nuestros silencios
dijo
hágase la melancolía
y la melancolía se hizo.

Carlos Levy
de Café de Náufragos