lunes, 22 de octubre de 2012

La vida es sueño (fragmento) - Pedro Calderón de la Barca

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


Pedro Calderón de la Barca

La vida es sueño (fragmento) - Pedro Calderón De La Barca

¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
¿qué más os pude ofender.
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma.
ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
y teniendo yo más alma
¿tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
-gracias al docto pincel-,
cuando atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto:
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le da la majestad
del campo abierto a su huida;
y teniendo yo más vida,
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazón:
¿qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
exención tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

Pedro Calderón de la Barca

sábado, 6 de octubre de 2012

No puedo saber. Miklós Radnóti.




No puedo saber qué significa para otros este paisaje,
para mí ese pequeño país abrazado por la llamas 
es la patria, el mundo de mi niñez que lejana se mece.
Crecí de él, como del tronco una tierna rama,
y espero que mi cuerpo también se hunda en él.
Estoy aquí, en casa. Y si alguna vez alguna mata se arrodilla
a mis pies, conozco hasta su nombre, su flor,
sé adónde van y quiénes son los que van por el camino
y sé qué significa el dolor que rojizo se desliza
entre el crepúsculo hasta los muros de las casas.
Para el piloto de guerra en las alturas este paisaje es tan sólo un mapa
y no sabe en qué lugar de aquí vivió Mihäly Vörösmarty,
¿qué esconde el mapa para él? una fábrica y un cuartel inhóspito,
yo diviso saltamontes, bueyes, una torre, una granja mansa,
él ve fábricas con los prismáticos y campos de labranza,
yo veo también al trabajador, preocupado por su faena,
bosques, vergeles pródigos, viñedos y tumbas,
entre las tumbas una abuelita llorando quedamente,
y lo que desde lo alto es un ferrocarril o una fábrica indemne,
yo veo la casita del guarda y frente a ella el guarda que da la señal
con la bandera roja en la mano y muchos niños a su alrededor,
y en el patio de las fábricas se estira un perro;
y allí está el parque, la huella de los viejos amores, y en mi boca
el sabor de los besos tan pronto es de miel como de arándano,
y aquí la piedra que golpeaba al borde de la acera 
cuando me arrastraba hacia la escuela, para que el maestro
no me preguntara la lección:
hela aquí, y nadie puede ver la piedra desde las alturas
pues no existe catalejo que muestre todo lo que guarda el corazón.
Es verdad, somos culpables, mas no más que el resto de los pueblos,
y sabemos bien cuándo hemos pecado, dónde y de qué modo,
pero aquí vive gente que trabaja sin culpa, aquí viven poetas
y lactantes en los que mudura y crece la razón,
y ella los alumbra mientras ellos la guardan en sótanos oscuros
hasta que el delo de la paz señale de nuevo nuestra tierra
y con su fresca voz responda a las palabras nuestras, que mueren 
de cansancio. 
Cúbrenos ya con tus extensas ala, nube que velas despierta
 en medio de la noche.


                                                    17 de enero 1944.